miércoles, 14 de abril de 2010

Meditando un susurro de la vida



No basta ver al cielo con la esquina del ojo
como el cruzar de nubes en el verano seco
cercenando mitos del firmamento en enojo
quizá avivando fuegos ardidos de un eco.

No basta con bajar la falda de la más bella
con la mente que descobija muchos deseos
escombrados de la veloz y brillante estrella;
diadema colgada de sus cabellos espesos.

Arrincona la nostalgia al tizón encendido
que relampaguea implacable amor infinito
que sosiega al soberbio arrastrado y enfurecido
como corriente débil que arrasa como un mito.

Se pregunta ¿qué pintan mis palabras aquí
al escurrirse por papel de seda y de brazas?...
¿Será esa musa que a lágrimas conseguí
bajo el calor de un sol que brilla de esperanzas?

Sigo bajo el mismo cielo azul viéndola pasar
susurrándome al oído extensas epístolas
transformadas en amaneceres sin desplazar
su esencia que nos tupe con bellas amapolas.



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