domingo, 14 de noviembre de 2010

Manantial del Cielo


Se precipitan las gotas
de la lluvia torrencial
goteando un rostro imparcial
decorado por anécdotas.

Categórica caída
desde el azul infinito
siendo éste el caminito
donde el recuerdo da vida.

Veo al cielo goteado
purificante experiencia
destila desde la conciencia
el vapor de su legado.

No hay que sentirse abnegado
querer ser limpio no es fácil
lavar la vida volátil
es olvidar el pasado.

Libre estando de pecado
postrado a la deriva
en la inocencia cautiva
dejas el cielo marcado.

Se desglosan las memorias
como las velas airosas
dejando paso entre rosas
sedientas de mil historias.

Beber del agua de vida
no cualquiera la tolera
en barriga se aglomera
brebaje que no divida.

Mojado rostro yo tengo
saturado de añoranzas
que con el tiempo ya escasas
como tesoro mantengo.

Torrente del cielo bello
manantial restaurador
como gran inquisidor
tus respuestas tienen sello.

¿Qué es el sufrir?


No esperes que me pierda al final del camino
ni tampoco creerme uno de los marginados
ni echar la culpa al destino
sólo por tener pies espinados.

No pienses que soy de sangre fría;
ni tampoco que soy de acero, no...
Mi tez ha ardido abatida por plaga tardía;
por la naturaleza del ser humano.

Así que, no me cuenten de sufrir
no pretendan que crea de labio hacia fuera
porque el remiendo de mi corazón mártir
está hecho de un amanecer que quizá nadie quiera.

Dichosos se creen los nacidos entre el caviar
los que se alimentan de frutos sufridos,
mas no saben que es de elogiar
los que comen humildes sin ser fingidos.

Tu historia es parte de la humana antología
oírla de tus labios la hace verídica y palpable
sin margen de error, más que la agonía
de los ocasos cuantiosos de la vida inconfesable.

El sufrir es un regalo de la vida
sin él, no habría aprecio a lo más mínimo;
así que, no la veamos conmovida
sino con ojos de interminable ánimo.

Un Salvavidas para Pulgarcito

Dedicado a las vítimas del huracán Ida en El Salvador

Se ve a lo lejos, entre una nube de moscas
un puño erguido salido de la semilla de los cielos y la tierra.
La tempestad vomitó de sus entrañas su fuerza veloz como aspas
de las que nadie se percató, ahogando almas por doquiera.

No sólo el líquido de las ardidas nubes asfixiaron,
del mismo polvo formado se llenaron sus pulmones
haciendo énfasis en el versículo que muchos pronunciaron
sin ser oídos por los vientos del destino sin inhibiciones.

No quedó piedra sobre piedra;
no llegaron auxilios ante explosión atmosférica
hallando la demencia de la naturaleza como hiedra-
venenosa que envenena el palpitar del Pulgarcito de América.

Sin embargo, la vida sigue adelante;
un pueblo se levanta con esperanzas cargadas
que embellecen el cataclismo impactante.
Hoy, El Salvador sigue adelante, aún con sus manos sangradas.

El Milagro Entre Tus Piernas


Entre los pliegues de tus piernas
nacen poesías interminables
las que brotan dulces y tiernas
entre los campos inexplotables.

Leñador de tus lívidos pensamientos
mi hacha trunca tus exigencias
estas que inundan de movimientos
el placer de tus experiencias.

Déjà vu de adolescencia
que ya no es una vehemencia
posan manos sin clemencia
entre el trecho de tu ansia.

Derrite la viga de mi armonía
el ardor de tu vertiente
que se abre al mar en agonía
y fluye hacia el sol naciente.

Escombros de la noche son testigos
de la batalla encarnecida
quedando exhaustos y amigos
entre tu cuerpo y mi vida.

Una alborada marca un adiós
deslumbrado de recuerdos
regalo grato de Dios
en los pensamientos más cuerdos.

Guitarra Heróica


Empuñando la guitarra que colgaba de un amanecer,
quise hacer melodía con la vida;
quise viajar por el tiempo que va de ida
en vertiginoso trazo rumbo al vencer.

El rasgar de mis manos en son armonioso
desprendía las cinturas de doncellas,
las que danzaban dóciles como estrellas
haciendo alarde al sol fuerte y luminoso.

Hice caso omiso al ardor de mis dedos
seducido por muslos desnudos
entre faldas ondeantes de nudos
que fijaban la gloria de los credos.

Monté las cinturas africanizadas
que absolvían al placer
en suave y hondo renacer
que hurtaba caricias desenfrenadas.

En tonada preciosa se soltaban cabellos
como mantos danzando al viento
acariciando lo invisible del invento
que dejan acordes... los más bellos.

De la vida me enamoro a diario,
entre el dolor y la convulsión de su alma
entre su refugio que a veces le sobra calma
entre el subterráneo latido pulsando un calvario.

Pero mi guitarra es más que partidaria
de los sones más gloriosos
los que derrocan airosos
los desmanes y, con la paz es solidaria.

Las cuerdas se tensan en ritmo agitado
marcando el sonido que dejan las vidas
las que fieles desfilan por las avenidas
que trazan el tiempo sin sol, marchitado.

Te guardo colgada en reposada esquina
para que nutras tu gloriosa herencia
guitarra conquistadora de inocencia
para mañana proclamarte heroína.