sábado, 22 de mayo de 2010

Tono Inolvidable (Dedicado a mis abuelas)


Aun escucho tararear
con sublime voz de llovizna,
la melodía que al despertar
cada mañana era su consigna.


El olor al café recién molido
batido por sus manos de seda,
reanimaba los sentidos del nido
donde incubaba la niñez que lejos se queda.


El recuerdo vierte tibio en el pensamiento;
la alegría que salía de la mirada
esa, que ahora busco y que lejos es sentimiento,
acampa en la retina que busca luz importada.


Ya no escucho sus pasos marcados
que dejaban el legado de su bondad;
pasos que funden los suelos embaldosados
donde ahora camino con gran lealtad


Ni las hebras de sus cabellos en el peine
quedaron clandestinas y rebeldes;
se esfumaron en el amanecer que tarde viene
pero se perfila en el crepúsculo infinito e indeleble.


Ya quizá mis manos no palpen esa piel,
quizá mi oído no capte su frecuencia
pero en el alma jamás será infiel,
esa sangre que queda orgullosa de su esencia.


Desde aquí un tributo: abuelas...

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