lunes, 31 de mayo de 2010

El Retorno de Un Rostro


El rostro perdido renace en la palidez
del crepúsculo que ardía en la nostalgia;
su tenue luz es la chispa de la vida en sensatez
que resbala en el esternón de una luna regia.

Los ojos que antes la admiraban desvariaban;
las pupilas dilatadas como mar abierto
asilaban esas miradas que lejos revivían
los amaneceres que consumían del alma un desierto.

Ese rostro, clonado de afrodita,
en su mágica delicia y seductor,
redondeaba el manto de estalactita
que se colgaba de un cielo redentor.

Vierto en su cara la creación de mi mundo
arrebato de su rostro las sonrisas regeneradoras
que suavizan el amor que en ella hundo
entre los muslos de ansiadas alboradas.

La circunferencia de su semblante
encierra el Edén de mi delirio;
devuelve a esta vida errante
lo que en un tiempo fue mi martirio.

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