sábado, 9 de octubre de 2010

Dímelo al oído


Dímelo al oído si tú quieres
revienta los tímpanos vírgenes
destruye el balance de mis genes
con sonora voz, si tú quisieres.

Metódico recuento de los daños
se suma el fingir por las noches
escudriñando a fondo los reproches
exacerbados del alma por años.

Ojea las páginas de tu biografía
allí, en donde más duele, pósate
convive con el recuerdo y cásate;
hazlo así de nuevo una osadía.

Transmite incauta el rechazo
bofetea el rostro limpio de un aura
con mano nocturna de amargura
que ejecuta como atroz hachazo.

Pervierte hasta la dermis de mi amor
deshójalo como otoño en procesión
entre el frío de tu alma de incisión
que se deshace al latido del temor.

Al pie de una cruz mi alma se derrama
la brisa arde en el lomo y gotea incesante
queda el vacío entre cuerpo y alma distante
en el cual sucumbe dolido y se difama.

¡Ay, el dolor invade mi blanca página!
Vaciados están los tinteros de mi ser
se mancha inocente fibra al placer
que dejan tus manos que nadie imagina.

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