martes, 10 de agosto de 2010

Una mirada a la fe

Sentado a la diestra del padre
mano derecha de sus acciones
recibidor telepático de instrucciones
creador de la fe sin alarde.

De la fe soy un súbdito sin ser inmigrante
llegué a sus portales por necesidad propia
quizá por la herencia que del destino se apropia
en primera plana de un diario importante.

Hasta debajo de las piedras se busca la promesa
que se dejó en el calvario aquel día;
sí, está visible y no se ve por la osadía
de ser carnales cegados por la riqueza.

Se alza la mirada al cielo en clemencia
con los ojos bizcos se trata de ver la luz
esa luz tenue reflejada en una cruz
sí, esa cruz que es estante al trono de gracia.

Resucitemos de la cruz que nos ata
no hay que esperar los tres días
la fe es el escape aun en noches tardías;
la maldad a los corazones desata.

Los ojos del creador son las estrellas de la noche
ya no hay excusa de ver la verdad camuflada
ni culparla de profana o inmaculada;
sólo –el justo por la fe vivirá—sin un reproche.

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