domingo, 8 de agosto de 2010

La Consuelo Sarmiento


Se escucha la caricia del agua
sobre las rocas del riachuelo del pensamiento
que se alza como naguas
del vestido dominguero de la bella, Consuelo Sarmiento.

Le basta un movimiento
y desencadena un suspiro
siendo hada del pagano sentimiento
que se filtra al subconsciente sin retiro.

De su diadema azul marino
se desprende su mágica cabellera
que rítmica ondea en los ojos de un vecino
pretendiente de sus fervientes besos de quimera.

Siguiendo el hilo de su falda llega a su destino
justo al lado de la cadera donde se pierde contento
el jovial pensamiento que se posa como pino
en lo alto de los cielos con mirada al firmamento.

Habiendo visto todo esto me sonrío de placer
viendo cada amanecer en el rincón de mi balcón inmenso
hilvanando pensamientos de lo más bello de ser
amigo de la Sarmiento que desde lejos sopla un beso.

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