martes, 1 de junio de 2010

El nacimiento de una idea (prosa)

Resalta una idea que nace de una entraña virgen. Alguna vez quiso salir del cascarón donde sola, escuchaba el murmullo del exterior. Un día, la luz del sol secó y rompió el cascarón donde tibiamente se refugiaba. Al abrirse al mundo vio una realidad que jamás, dentro de su tibio cascarón, pensó que pudiera existir. Tomó el primer paso en la senda de este nuevo mundo. Notó por primera vez las huellas que sus pasos dejaban sobre el suelo donde por generaciones, las historias se repetían una y otra vez. Encontró en la primera esquina de la "avenida realidad" su primera experiencia fuera de su cascarón, la cual perturbó aun más la hipótesis que dentro de su tibio refugio se había imaginado.
Era el cadáver de lo que fuera una buena idea, la cual influenciada por la maldad se tornó en una maldición que la llevó al fondo del abismo; su propio infierno.
Siguió camino arriba y notaba que los desvíos que salían a su paso eran anchos y angostos. Sin embargo, en la senda ancha era donde más de estas víctimas solían encontrarse, arrastradas y golpeadas por la vida misma. No obstante, en la senda angosta, aunque sufridos se veían los rostros, aun había señal de vida. A su paso encontró recortes de periódicos que narraban hechos pasados que en cierta forma unían y desunían ideales y creencias. Leyó el derribo de un muro, del primer hombre en la luna, de las pandemias que unían a ricos y pobres por igual y, por qué no, hasta sobre el primer presidente negro en un país vestido de blanco.
Tanta lectura cansó su vista y sin percatarse llegó al final del camino con dos desvíos: el ancho y el angosto. La tierna idea se pregunta...
¿Cuál de los dos tomaré?

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