jueves, 16 de septiembre de 2010

Recuerdos de La Guerra


Desde la edad de los seis,
aurora abriéndose a mis pasos
de párvulo infante y pies descalzos
en la arena movediza... vos sabéis.

Detonada insurrección;
de madrugada lacerando niñez
dando por pacha cantimplora en palidez
de los caídos sin fe de la resurrección.

¿Qué esperabas al tomar un arma?
Un niño era igual que un gatillo,
diminuto pero fulminante, testigo del grillo
que por las noches llora la sangre que se derrama.

Colgados de altas ramas
como gajos de nances
yacían sus cuerpos distantes
de la vida que hoy tú amas.

Derramados huían los soplos de vida
con la carabina persignando almas
meciéndose en cúpulas de las palmas
haciendo alarde a la madre sufrida.

¿Qué esperabas de empuñar un fusil?
¿Ser colega del premio nobel?
Ya tiesa está la esperanza e inmóvil
esperando sosiego de hirviente proyectil.

Desmejoradas alboradas
daban paso al oscuro lecho
sarcófago eterno y desecho
desfilando por tristes gradas.

Al fin de la jornada
sanguinaria de ambos lados
siguen hambrientos y congelados
los tambores de estómagos llenos de nada.

Guerra, eres recuerdo indeleble
ni reencarnada te quiero
prefiero un simple aguacero
del que brote la vida inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario